¿Es la "e" una marca de neutralidad?*

06.01.2020

                                                                                                                       Por: David Pino-Alonso

Sin duda, la lengua es un instrumento de poder y eventualmente también de discriminación. En el mundo político, educacional y diplomático, el cuidado de la lengua es fundamental y cualquier palabra mal comprendida o pronunciada en un contexto inadecuado genera conflictos muy importantes en nuestra sociedad.

En este mismo sentido, el gobierno anterior propuso un manual que presentaba «Orientaciones para el uso de un lenguaje no sexista e inclusivo», el cual no es el primero en plantear estos temas, pero tiene como novedad el intentar aplicar toda una serie de definiciones asentadas en la teoría de género -algunas de las cuales compartimos plenamente- como el sexismo y el curriculum oculto de género.

Sin embargo, creemos importante advertir a la comunidad que desde la lingüística hay una serie de consideraciones al momento de aplicar este manual y que no se pueden pasar por alto si deseamos vivir en una sociedad en la que el lenguaje deje de reflejar estructuras patriarcales que no desaparecerán solo por el hecho de hablar distinto.

En esta misma línea, quisiera referirme al uso permanente que se tiene dentro de ciertos medios y organizaciones de la vocal «e» como una marca de neutralidad -que por cierto el manual mencionado ni siquiera recomienda como han osado a decir algunos que ni siquiera se lo han leído-. Este uso lo que hará, por ahora, es multiplicar aún más las palabras en nuestro español que son con la vocal más frecuente -la «e»-, pero no logrará la integración de las personas que se sienten invisibilizadas por las formas propias de nuestra lengua.

La lengua no discrimina y hace muchos siglos que el género neutro no pertenece al paradigma del español. El latín -lengua de la que proviene buena parte de nuestro vocabulario- sí lo tenía, pero se marcaba con «um» o «a» inclusive en varias de sus opciones plurales («leña» no es más que «muchos *leños»), contexto en que la «a» no tenía nada de femenina. Por otro lado, los restos de género neutro que han sobrevivido en español son precisamente con «o» como «lo» en «lo importante», de modo que si quisiéramos usar lo que queda de forma neutra en el español deberíamos usar justamente esta vocal que asumimos «masculina» y erradicar «el», que por cierto, es con «e» y no tiene nada de neutro. 

Es por esto, que hay que tener cuidado con echarle la culpa al lenguaje de nuestras falencias sociales. Sin embargo, sí estamos de acuerdo con eliminar cierto léxico que claramente busca ofender a un grupos excluidos como «marica» o «machorra», los cuales al pronunciarse en casi todos los contextos buscan justamente ofender sin importar el género gramatical al que pertenezcan y esto sí lo menciona el manual citado.


Por tanto, no es la letra «e» la que cambiará nuestro machismo estructural. Se requiere para esto un cambio cultural que se verá reflejado por la lengua en la medida en que nuestras concepciones binarias estrictas sean cuestionadas y seamos capaces de escoger un léxico más inclusivo que pierda sus marcas denigrantes hacia ciertos grupos. Por su parte, la lengua seguirá evolucionando y quizás, algún día, eso se refleje en nuestro hablar, pero primero es conseguir equidad entre los sexos en todos los aspectos de la sociedad y luego la transformación de nuestra lengua que utiliza el género como parte de su modo de expresión por mucho que a usted le pese.


*Columna de opinión publicada originalmente el 8 de junio de 2018 en el diario El Centro de Talca, Chile. Agradecemos la gentileza en autorizar la publicación en nuestro sitio.

Fuente: Pino-Alonso, D. (2018, de 8 junio) ¿Es la «e» una marca de neutralidad? El Centro. Recuperado de:  https://www.pressreader.com/chile/el-centro/20180608/281625305999820